Los críticos de la situación de la ciudad de Monóvar siempre han dicho o hecho saber que nuestras calles están apagadas y llenas de solares especialmente en el centro frente a otras poblaciones vecinas.
Hoy vista desde una perspectiva todavía más real uno no deja de tener tristeza en los ojos viendo nuestra calle mayor en un espacio de 250 a 300 metros alrededor de la Iglesia donde fallecen edificios considerados Bienes de Interés Local o de protección.
Moribundos edificios que han albergado desde relojerías, clínicas dentales, farmacias o para-farmacias, zapatos, bolsos, hoy aparecen con derrumbes externos e internos pendientes en breve si la vox populi no engaña de derribo inminente.
Heridos de muerte por la dejadez de muchos actores que van desde lo político (Ayuntamiento, Diputación, Conselleria.) hasta otros ámbitos sociales o personales.
Esos edificios que un su día fueron muestra de cómo la economía de la población tuvo su esplendor en la agricultura, los vinos, mimbres, jabones, zapatos, bolsos, y esos sectores económicos y su riqueza fue motivo de mostrar su orgullo en edificios singulares.
Heridos de muerte a falta de una defunción en breve sin ninguna alternativa para poder demostrar lo que en su día fue Monóvar.
Hemos perdido muchos emblemas de la arquitectura local en diferentes barrios o calles y la muerte anunciada de estos será la penúltima.
Esa tristeza es la que se manifiesta al final en muchos corazones de los monoveros y monoveras ante la falta de ilusión de la gente joven o no tan joven de ver como el único futuro de sus hijos pasa por emigrar a otras poblaciones o países para poder vivir y formar una familia.
Será el último capítulo o veremos muchos más, por desgracia pienso que veremos más edificios derruidos con un Patrimonio en peligro diariamente.