La proliferación de proyectos para la instalación de macroplantas fotovoltaicas, en el término municipal de Monóvar, ha creado la incertidumbre de dos jóvenes monoveros que decidieron vivir y trabajar en el campo. Su futuro ya no depende de ellos, está en manos de las administraciones públicas.
Afectados por las macroplantas fotovoltaicas
“El proceso de implantación de macroplantas solares sólo responde a los intereses de grandes empresas y fondos de inversión”. (Mar Cabanes afectada).
Mar Cabanes es una joven viticultora y copropietaria de una bodega en el paraje monovero de la Zafra lamenta que “la proyección de estas mega centrales fotovoltaicas me afecta como ciudadana rural, ya que la ocupación de 729 hectáreas por los paneles solares de estas plantas -más de 1.021 campos de fútbol- degradará gravemente el paisaje y el entorno natural de una zona rural que tiene un gran valor histórico, cultural, medioambiental y agronómico”.
Cabanes ha señalado que “también me afecta a nivel profesional, ya que cultivamos viñas muy cerca de dos de las grandes plantas previstas en la zona de El Fondó-El Manya, lo que supondrá un gran perjuicio para nuestro trabajo”.
“Esta agresión empezará con la etapa de construcción, por la invasión de las máquinas en nuestros caminos y por la generación de polvo, que cubrirá las hojas de nuestras plantas y dificultarán su fotosíntesis y el proceso de maduración de nuestras uvas. Y seguirá cuando los paneles estén instalados, pues incrementará la temperatura de nuestra zona y esto afectará a nuestros cultivos”, apunta Mar.
“El paisaje también quedara afectado -sentencia Mar-, ya que estamos hablando de una las zonas de más belleza de Monóvar, que quedará degradada por la extensión de estos cristales negros y destellantes que nos recordarán, además, la poca estima que tenemos de nuestro suelo y nuestra cultura agraria”.
Tierras de sus antepasados
Lo más doloroso para Mar Cabanes es que “esta agresión a nuestro territorio, a unas tierras que cultivaron nuestros antepasados con tanto trabajo y dignidad, sea destrozado en pro de una transición energética que no lo es, pues vemos cómo a medida que crece la generación de energía renovable, sigue creciendo la energía proveniente de fuentes fósiles”.
Por último la viticultora monovera piensa que “este proceso de implantación de mega proyectos sólo responde a los intereses de grandes empresas y fondos de inversión que buscan aprovechar los fondos públicos para seguir acaparando, acumulando y especulando con un bien tan preciado y finito como es la tierra, nuestra tierra”.
“Los beneficiarios de estos macro proyectos serán los promotores y los propietarios de los terrenos donde se ubicarán, siendo alrededor del 90% propiedad de empresas especuladoras y de otras vinculadas a un gran terrateniente de la zona”. (Antonio Gisbert afectado)
El monovero Antonio Gisbert hace unos cuantos años inicio un proyecto agrícola, apícola, agroturismo y de transformación y venta de los productos obtenidos en su explotación como la miel, hidromiel y vino.
“En las últimas semanas hemos escuchado hablar a muchos políticos y medios de comunicación del proyecto MAGDA en Castellón, un macro proyecto fotovoltaico que pese a tener informes desfavorables a nivel autonómico, ha conseguido la Declaración de Impacto Ambiental favorable del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Esta aberración de proyecto, no tiene nada que envidiar a los del interior de Alicante, en general, y en el Vinalopó, en particular”, ha señalado Antonio Gisbert.
“En las últimas semanas he visto amenazado mi proyecto, de trabajo y de vida, con la publicación en el BOE de la aprobación de las DIA de tres macroplantas fotovoltaicas proyectadas en mi municipio, que en un principio no se iban a realizar tras los informes desfavorables por parte del Ayuntamiento y de Conselleria”, se lamenta el apicultor monovero.
Gisbert se sincera al señala que “en mi caso particular, vivo en el campo y quiero vivir de él porque me gusta y me apasiona lo que hago, pero no puedo concebir vivir rodeado de hierros y cristales negros como si estuviese en medio de un polígono industrial, es por ello que pese a no estar afectado directamente por la colocación de placas fotovoltaicas en mis terrenos, porque me negué a ello, me siento mucho más perjudicado y afectado que los propietarios donde se ubicarán, ya que ellos percibirán unas rentas alrededor de 2.000 euros por hectárea anuales, mientras que yo deberé abandonar mi actividad sin posibilidad de recuperar la inversión realizada durante todos estos años, ya que veré minusvalorado el valor de mis propiedades y ni tan siquiera se podrían vender a un precio medianamente decente para trasladarme a otro lugar”.
“Personalmente -continua Gisbert- pienso que estos proyectos no van a generar riqueza alguna en nuestra comarca, van a ser los causantes de un mayor despoblamiento rural y más que un beneficio, supondrán un perjuicio al medio ambiente, por lo que debemos hacer lo posible para paralizarlos”.
Los proyectos y los empleos
Gisbert no entiende la postura del Ministerio con la concesión de las Declaraciones Medio Ambientales, ni la Conselleria tampoco, ya que “existe cierta arbitrariedad en los proyectos por parte del Ministerio, porque con los mismos informes negativos, unos se han aprobado y otros se han rechazado”.
Para Gisbert “los proyectos presentados por las empresas se basan en datos generales, sin tener en cuenta las condiciones específicas de nuestra zona. Son varios los técnicos que advierten del aumento de temperatura que provocarán estos macro proyectos en las inmediaciones, que supondrá un incremento que rondaría +5ºC y que por ejemplo en el caso de las colmenas supondría su muerte a causa del derretimiento de la cera de los panales en época estival, en el caso de los almendros el aumento de temperatura causaría una floración temprana con las consiguientes heladas y en los viñedos el no poder acumular las suficientes «horas frío» necesarias para obtener vinos de calidad”.
Por lo que respecta a la generación de empleo de estos proyectos “va a ser escaso y temporal mientras se instala el proyecto, con mano de obra cualificada que traerán consigo, es más, actualmente no hay suficiente mano de obra cualificada para todos los proyectos en ejecución. Lo que sabemos es que se van a destruir 106 empleos fijos agrícolas en estos y que se talarán alrededor de 60.000 almendros y casi 200.000 plantas de vid”, ha apuntado Gisbert.