Vista de Alicante con el Castillo de Santa Bárbara. Freepik

Ser joven en Alicante en 2025 es vivir en una paradoja constante. Pertenecen a la que se considera la generación más formada de la historia, pero al mismo tiempo, se enfrentan a un muro cada vez más alto para lograr su independencia económica y vital: el acceso a una vivienda digna. La combinación de un mercado laboral precario, con salarios que no se corresponden con el coste de vida, y unos precios de la vivienda disparados, ha convertido la compra de un primer inmueble en una auténtica odisea.

El problema es palpable en las calles y en los portales inmobiliarios. La escalada de precios ha llegado a tal punto que encontrar una vivienda asequible se ha convertido en una quimera. Un hecho que confirman las mejores inmobiliarias en Alicante, que ven cómo la demanda de este colectivo es alta y constante, pero su capacidad real para materializar la compra es cada vez menor, siendo expulsados del mercado por perfiles con mayor poder adquisitivo nos ha comentado Carlos Sánchez de Inmobiliaria Núcleo. Mientras el alquiler consume una parte desproporcionada de sus ingresos, la posibilidad de ahorrar se desvanece.

El principal obstáculo, una vez superado el reto de encontrar un empleo estable, es la barrera de entrada que imponen las entidades bancarias. La norma no escrita exige tener ahorrado aproximadamente un 30% del valor del inmueble. Este porcentaje se desglosa en el 20% que el banco no financia (la entrada) y un 10-12% adicional para cubrir los gastos de tramitación e impuestos como el ITP. Para un piso modesto de 150.000 euros en un barrio de Alicante, esto supone tener en el banco 45.000 euros, una cifra astronómica para un joven o una pareja joven con un sueldo medio.

Avales ICO: Un balón de oxígeno con condiciones

Consciente de esta fractura social, el Gobierno ha puesto en marcha una de las medidas más esperadas: la línea de avales del Instituto de Crédito Oficial (ICO) destinada a facilitar la compra de la primera vivienda a jóvenes menores de 35 años y familias con menores a cargo. Esta ayuda funciona como una respuesta directa al problema del ahorro inicial.

¿Cómo funciona? El Estado avala hasta el 20% del importe del préstamo (o el 25% si la vivienda tiene una calificación energética D o superior). En la práctica, esto permite que el banco financie el 100% del valor de compra del inmueble, eliminando la necesidad de que el comprador aporte la entrada de su bolsillo.

Sin embargo, este salvavidas viene con condiciones y no es una solución universal:

  • Límites de Ingresos: Los solicitantes no pueden superar un determinado umbral de ingresos anuales.
  • Solo para la Entrada: El aval cubre la entrada, pero el comprador sigue necesitando tener ahorros para los gastos e impuestos.
  • La Cuota Mensual Sube: Al financiar el 100% de la vivienda, el importe total del préstamo es mayor y, por tanto, la cuota mensual a pagar también será más elevada. El banco seguirá realizando un estudio de solvencia riguroso para asegurarse de que el solicitante puede hacer frente a los pagos.

¿Un parche o una solución real?

Expertos del sector y colectivos juveniles han recibido la medida de los avales ICO de forma positiva, pero con cautela. La consideran un «balón de oxígeno» necesario y urgente, pero advierten que no ataca la raíz del problema. La medida ayuda a quienes ya tienen una cierta estabilidad laboral, pero deja fuera a muchos otros.

El verdadero desafío, argumentan, reside en las políticas estructurales a largo plazo. Estas pasan por regular los precios del alquiler para facilitar el ahorro, incentivar la construcción de vivienda pública asequible y, sobre todo, implementar políticas activas de empleo que combatan la precariedad y mejoren los salarios de los jóvenes.

Mientras ese debate avanza, la realidad para miles de jóvenes alicantinos es la de seguir compartiendo piso pasados los treinta, prolongar la estancia en el hogar familiar o destinar más de la mitad de su sueldo al alquiler. Los avales ICO son un primer paso, una herramienta que puede cambiar la vida de muchos, pero la meta de garantizar el acceso universal a la vivienda en España sigue pareciendo lejana.

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